A continuación, ofrecemos unas notas que sintetizan esencialmente el trabajo del filósofo e informático chino Yuk Hui en torno al concepto de “tecnodiversidad”. Para ello, nos apoyamos en la edición de algunos de sus escritos en el libro Fragmentar el futuro. Ensayos sobre la tecnodiversidad, editado por Caja Negra (2020).
¿Qué es la tecnodiversidad? Es un concepto propuesto por el filósofo e informático chino Yuk Hui que busca reabrir la cuestión de la técnica. Como afirma el propio Hui, la tecnodiversidad
“en vez de entender a la tecnología como un universal antropológico, insta a redescubrir una multiplicidad de cosmotécnicas junto con sus respectivas historias y con las posibilidades que ofrecen para hacer frente hoy a la tecnología moderna”.
Las cosmotécnicas, como veremos, apuntan a cuestionar la comprensión de la tecnología desde la filosofía, la antropología y la historia.
Filosofía de la tecnología
Hui parte aquí de Martin Heiddeger, concretamente de su texto “La pregunta por la técnica”. La clave de este texto está en la diferenciación que hace Heiddeger entre la techné de la Grecia clásica frente a la “técnica moderna“. Mientras que la techné griega tiene que ver con la poiesis (la creación, la producción), es decir, con una suerte de artesanía; la técnica moderna establece una relación de explotación de los recursos de su entorno.
En este punto Hui se pregunta, siguiendo este esquema, dónde entrarían las tecnologías de otras culturas como la india o la china, la maya o la inca, ya que sus tecnologías no son equivalentes a la técnica moderna pero tampoco está claro que se las pueda asemejar a la techné griega. La pregunta aplicada a este taller sería, ¿qué ocurre en este aspecto con las culturas originarias del territorio boliviano, como la aimara?
Antropología de la tecnología
La invención y uso de herramientas son entendidos, generalmente, como un factor clave en la evolución del ser humano hasta el homo sapiens sapiens que somos actualmente. Apoyándose en André Leroi-Gourhan, Hui argumenta que la técnica sería, entonces, una extensión de los órganos y una externalización de la memoria. Desde este punto de vista, la tecnología sería un universal antropológico.
Pero aquí cabe adoptar la distinción que hace Leroi-Gourhan entre “tendencia técnica” y “hechos técnicos“. Mientras que la “tendencia técnica” sí recoge esa idea de la técnica como universal antropológico, también habría que preguntarse por los “hechos técnicos” específicos de cada región y cultura. Son estos hechos técnicos concretos en los que habría que analizar para profundizar en sus causas.
Historia de la tecnología
Hui, junto al historiador Joseph Needham, se pregunta por qué la ciencia y la tecnología modernas se desplegaron específicamente en Europa y no en otros territorios, como la India o China, las cuales tenían un alto grado de desarrollo tecnológico antes del siglo XVI.
En lugar de tratar de comparar el desarrollo tecnológico de diferentes regiones, para Hui la cuestión que plantea Needham es que la ciencia y tecnología de un lugar no puede compararse directamente con otro ya que parten de filosofías y epistemologías diferentes. El asunto clave es, entonces, indagar en estas filosofías y epistemologías para entenderlas y, desde ahí, rearticular sus diferencias.
El concepto de “cosmotécnica“, estrechamente vinculado a la “tecnodiversidad” pretende precisamente atender a estas tres cuestiones. Para ello, una idea fundamental es que el concepto universal de tecnología que asumimos acríticamente en la actualidad no es más que una derivación de un tipo específico de pensamiento: el científico-occidental.
En resumen, la propuesta de Hui es que:
“la tecnología no es un universal antropológico; es posibilitada y constreñida por cosmologías particulares que van más allá de la funcionalidad o utilidad. Por consiguiente, no existe una única tecnología, sino múltiples cosmotécnicas”
Hui da como definición preliminar de “cosmotécnica” la “unificación de los órdenes del cosmos y la moral a través de actividades técnicas” para apuntar a que la tecnología debe ser resituada en una realidad más amplia que la posibilita y la constriñe.
Como explica Hui, la tecnología actual aspira a la universalidad para convertirse en el fundamento de todo, desconectándose así de la realidad. El camino histórico que nos ha traído hasta esta situación es el recorrido por la colonización, modernización y globalización -sucesivamente- valiéndose de dos pilares: el crecimiento económico y el expansionismo militar. El resultado es una cultura monotecnológica donde la tecnología moderna se vuelve la principal fuerza productiva y determina en gran medida la relación entre seres humanos y no-humanos, el ser humano y el cosmos, la naturaleza y la cultura.
Resultado de la cultura monotecnológica occidental:
- Agotamiento de recursos naturales
- Degradación de la vida sobre la Tierra
- Destrucción del medioambiente (el Antropoceno)
Para saber más sobre el concepto de Antropoceno, recomendamos este texto de la UNESCO
Texto de Ruth Irwin
Aquí radica la importancia de reabrir la cuestión de la tecnología y (re)descubrir múltiples cosmotécnicas.
La colonización-modernización-globalización promueve un proceso de sincronización de las diferentes temporalidades históricas en un único eje temporal global en el que se priorizan formas específicas de conocimiento como fuerzas productivas (ciencia moderna):
“El final de la filosofía se muestra como el triunfo de la instalación manipulable de un mundo científico-técnico, y del orden social en consonancia con él. Final de la filosofía quiere decir: comienzo de la civilización mundial fundada en el pensamiento europeo-occidental”
Heidegger (El final de la filosofía y la tarea del pensar, 1964)
Como dice Hui: “el final de la filosofía está marcado por la cibernética pero también implica el dominio del pensamiento europeo-occidental sobre la civilización mundial y la geopolítica”. Por eso, es necesaria una fragmentación de la temporalidad histórica lineal Premodernidad-Modernidad-Posmodernidad-Apocalipsis. La aproximación a la tecnología mera fuerza productiva al servicio de la acumulación de capital bloquea la capacidad de imaginar otro tipo de relaciones con la tecnología que fomenten la libertad humana. Y ese desbloqueo es el objetivo de la tecnodiversidad.
Pero, ¿cómo romper esa temporalidad lineal sin abogar por un retorno a la naturaleza? Sea como sea, es necesario cuestionar los principios ontológicos y epistemológicos de la tecnologías modernas, como las mal llamadas redes sociales e Inteligencia Artificial. Aquí, Hui recurre al proyecto de Transmodernidad elaborado por el filósofo Enrique Dussel, destacando el “diálogo transversal entre culturas diferentes como condición para crear lazos de solidaridad que incluyan y respeten los puntos de vista de la alteridad”.
En términos tecnológicos, los paradigmas dominantes de la Modernidad y la Posmodernidad son, respectivamente, el mecanicismo y la cibernética. El sesgo ontológico y epistemológico occidental sobrevive y triunfa porque se aplica directamente en tecnologías -digitales- como las bases de datos, los algoritmos, la definición de los usuarios, las formas de participación, etc…
La fragmentación que propone Hui para reabrir la historia mundial debe, por tanto, desmitificar y tomar por contingente la gigantesca fuerza tecnológica occidental para someterla a interrogación y transformación desde los enfoques de múltiples cosmotécnicas.