FORMACIÓN:

Los orígenes: entre el Pentágono y la academia

Hay cierto mito en torno a la creación de Internet, sin embargo, la opinión mayoritaria coincide en que su creación responde a que la RAND Corporation, el think tank de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos creado durante la Guerra Fría con la URSS, se enfrentó a un extraño problema estratégico en plena carrera militar y tecnológica. ¿Cómo se podrían comunicar con éxito las autoridades norteamericanas tras una guerra nuclear? La América postnuclear necesitaría una red de comando y control enlazada de base a base, ciudad a ciudad, estado a estado. Pero, sin importar cómo esa red estuviera de protegida, sus líneas y equipos siempre serían vulnerables al impacto de bombas atómicas. Un ataque nuclear reduciría cualquier red imaginable a pedazos. ¿Cómo sería controlada esa red? Cualquier autoridad central, cualquier núcleo de red centralizado sería un objetivo obvio e inmediato para un misil enemigo. El centro de la red sería el primer lugar a derribar. La RAND le dio muchas vueltas a este difícil asunto en secreto militar y llegó a una solución atrevida: la red *no tendría autoridad central; sería **diseñada desde el principio para operar incluso hecha pedazos.

Los principios eran simples. Se asumiría que una red era poco fiable en cualquier momento. Se diseñaría para trascender su propia falta de eficacia. Todos los nodos en la red serían iguales entre sí, cada nodo con autoridad para crear, pasar y recibir mensajes. Los mensajes se dividirían en paquetes, cada paquete dirigido por separado. Cada paquete saldría de un nodo fuente específico y terminaría en un nodo destino. Cada paquete recorrería la red según unos principios particulares. La ruta que tome cada paquete no tendría importancia. Solo contarían los resultados finales. Básicamente, el paquete sería lanzado de un nodo a otro, más o menos en dirección a su destino, hasta acabar en el lugar adecuado. Si grandes porciones de la red fueran destruidas eso simplemente no importaría; los paquetes permanecerían en la red en los nodos que hubieran sobrevivido. Este sistema de envío tan arbitrario podría parecer “ineficiente” en el sentido usual del término.

Durante los 60, este intrigante concepto de red de conmutación de paquetes descentralizada y a prueba de bombas caminó sin rumbo entre el RAND, el MIT (Masachussets Institute of Technology) y UCLA (University of California in Los Angeles). El Laboratorio Nacional de Física (National Physical Laboratory) de Gran Bretaña preparó la primera red de prueba basada en estos principios en 1968. Poco después, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del Pentágono (ARPA) decidió financiar un proyecto más ambicioso y de mayor envergadura en los Estados Unidos. Los nodos de la red iban a ser superordenadores de alta velocidad. Eran máquinas poco usuales y de mucho valor, que estaban necesitadas de un buen entramado de red para proyectos nacionales de investigación y desarrollo.

En el otoño de 1969 el primero de esos nodos fue instalado en UCLA. En diciembre de ese año había cuatro nodos en la pequeña red, que se llamó ARPANET (Advanced Research Project Agency Network) después de que fuera promocionada por el Pentágono. Los cuatro ordenadores podían transferir información sobre líneas dedicadas de alta velocidad. Incluso podían ser programados remotamente desde otros nodos. Gracias a ARPANET, científicos e investigadores podían compartir las facilidades de otros ordenadores en la distancia. Era un servicio muy útil ya que el tiempo de proceso de los ordenadores en los 70 era algo muy codiciado.

En su segundo año de operatividad, sin embargo, algo extraño se hizo patente. Los usuarios de ARPANET habían convertido la red en una oficina de correos electrónica de alta velocidad subvencionada federalmente. La mayor parte del tráfico de ARPANET no era el proceso de datos a largas distancias. En vez de eso, lo que se movía por allí eran noticias y mensajes personales. Los investigadores estaban usando ARPANET para colaborar en proyectos, intercambiar notas sobre sus trabajos y, eventualmente, chismorrear. La gente tenía sus propias cuentas personales en los ordenadores de ARPANET y sus direcciones personales de correo electrónico. No es que sólo utilizaran ARPANET para la comunicación de persona a persona, pero había mucho entusiasmo por esta posibilidad — mucho más que por la computación a larga distancia. Eso no pasó mucho antes del invento de las listas de distribución, una técnica de emisión de información por ARPANET mediante la cual un mismo mensaje se podía enviar automáticamente a una gran cantidad de subscriptores. Es interesante que una de las primeras listas de distribución masivas se llamara “Amantes de la Ciencia Ficción” (SF- LOVERS).

Para saber más sobre la historia del correo electrónico, consulta este enlace

Vemos, entonces, una relación entre el ámbito militar y el académico, en el que el segundo está subordinado al primero. El momento y el lugar en los que se puso en marcha el embrión de Internet (finales de los 60 y California) coincidió con las protestas globales del 68, que tuvieron en California precisamente uno de sus puntos de referencia. Concretamente, el movimiento estudiantil fue uno de los grandes movilizadores de estas manifestaciones. Originalmente lo que lo motivó fue comprender que el conocimiento estaba sometido a la guerra, en aquel momento a la invasión de Vietnam por parte de EE.UU. Esta relación de subordinación tiene un precedente directo muy importante en la II GM: el Proyecto Manhattan. El gobierno estadounidense convenció a un grupo de científicos para que realizasen la bomba atómica, con la excusa de que los nazis podrían adelantárseles. El resultado de esta historia fueron las dos bombas que EE.UU lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki (Japón) para concluir la guerra. Desde entonces, ante la responsabilidad de los científicos en una de las mayores atrocidades cometidas por el ser humano despertó la necesidad de independizar el conocimiento científico de sus usos militares. Este proceso, como decíamos, culminó en el 68 y, paradójicamente, fue Internet el invento mediante el que se trató de llevar a cabo, con relativo éxito. Sin embargo, mientras que el Internet abierto y al servicio de la sociedad que propugnaban los científicos se liberaba del poder militar, otro poder, el económico, le echaba el ojo y comenzaba una operación para ponerlo al servicio del lucro del sector empresarial.

En el siguiente módulo, vamos a explorar brevemente la relación entre la contracultura californiana y la recién nacida cibercultura a finales de los 60, para avanzar en este repaso histórico de Internet, centrándonos en lo que, al menos hasta ahora, es el epicentro tecnológico del mundo, Silicon Valley (teniendo en cuenta que China está liderando la carrera tecnológica).

Suscríbete
Notificación de
0 Comentarios
Retroalimentación inline
Ver todos los comentarios

¿No tienes cuenta? Regístrate